miércoles, 13 de octubre de 2010

CORTÁZAR CAPÍTULO 68




"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia.







Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausia. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias."









Texto: Julio Cortázar, Rayuela, (cap. 68)

Imágenes: Hermann Försterling, "Flores mágicas"







Glíglico es el idioma inventado por Cortázar como recurso literario que da vida a un lenguaje musical y exquisito puesto en boca de sus personajes. Se concentra, principalmente, en el capítulo 68 de "Rayuela", donde se narra un encuentro sexual entre la maga y Horacio.



El glíglico utiliza palabras inventadas, neologismos reconocibles que evocan e insinúan algo concreto, pero sin citarlo directamente; el texto se siente, se adivina, no se comprende de forma racional. Connotación sería la palabra clave, aunque "orgumio" y "merpasmo" se acercan mucho a la concrección erótica del capítulo, y esas palabras parecen estar ahí para facilitar la comprension de los lectores menos familiarizados con este tipo de literatura.



El "lector cómplice", del que hablaba el autor, sabe llegar al sentido del párrafo a través de una especie de juego adivinatorio. La genialidad del glíglico surge de su ambigüedad, de la forma en que las partes del cuerpo se convierten en palabras de doble sentido y adquieren significados inéditos en una espectacular combinacion de noemas, orfelunios, clémisos o marioplumas.



El capítulo 68 de Rayuela, un texto para recordar. Algunas frases son tan geniales que se las aprenderá de memoria. Un juego "imposible" de magia del maestro Cortázar.


4 comentarios:

  1. Ufff, Carmen, eso es un orgasmo en toda regla.
    Besitos amiga

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  2. Tienes toda la razón; esto es un merpasmo cósmico, una absoluta agopausia, expresada, además, en un idioma inexistente, que sólo la genialidad de Cortázar podía crear. Pocos textos tan eróticos y creativos como el capítulo 68 de "Rayuela". Besitos

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  3. Ha sido una gran idea recuperar este trocito de Rayuela... ¿Sería capaz Ken Follet de escribir algo así?

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  4. Conozco a Ken Follet por "Los pilares de la tierra", y he de reconocer que lo leí de un tirón; Follet maneja como nadie la técnica del best-seller, sabe crear suspense, hacer malos de antología y buenos que te enamoran porque no existen, pero el lenguaje le interesa sólo en cuanto a instrumento para contar una historia. Cortázar, en cambio, se inventa un idioma, el gíglico, crea personajes que no son buenos ni malos, sino contradictorios, inseguros, neuróticos.. mundos en los que no hay trama,ni finales felices... Además, Cortázar, en algunas de sus obras, es, simplemente,un genio, alguien único

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