martes, 16 de mayo de 2023

Daphne du Maurier (I)


Daphne du Maurier (1907-1989) es una de la escritoras más populares del siglo XX. Procedía de un ambiente refinado: abuelo escritor, padres actores, educación exquisita. Se casó con un militar que llegó a ser héroe de guerra y recibió el tratamiento de Sir. Residía en el castillo de Menabille, fabulosa mansión en la costa de Cornualles que sirvió de escenario a alguna de sus obras. Allí tuvo a sus tres hijos. Escribió su primera novela a los 20 años.
Autora de una extensísima obra que incluye biografía, teatro, cuentos y novelas, du Maurier sentía fascinación por las hermanas Brontë, sobre las que escribió una biografía: The infernal world of Branwell Brontë. Su obra se caracteriza por un tono de misterio, desolación e intriga; una narrativa enormemente rica, sugerente y llena de matices, con un halo siniestro a veces rayano en lo sobrenatural.

Novela del año 1936 que el director británico Alfred Hitchcock adaptó al cine el año siguiente, con Charles Laughton en el papel de perverso vicario y Maureen O'Hara como la protagonista, Mary Yellan,  doncella expuesta a la morbosidad del mal en  esta novela gótica que evoca una historia de contrabandistas y marineros muertos en las costas de Cornualles.




Anoche soñé que volvía a Manderley... es el inicio de Rebeca (1938), que también fue llevada al cine por Hitchcock en una película inolvidable, ganadora de diez Oscars en el año 1941. Dicen que du Maurier se inspiró en su propia mansión para ambientar la novela, pero la crítica apunta a Port Eliot -una construcción asombrosa y romántica, situada también en Cornualles- como referente para la creación de Manderley. 


Rebeca es una sofisticada versión de la historia de Cenicienta. La heroína es salvada de una vida insignificante por un aristócrata, Maxim de Winter, pero existe una mujer fantasma, Rebeca, que le impide conseguir el amor del príncipe.
Acusaron a la autora de plagio; decían que había copiado el argumento de Jane Eyre, acusación absurda, pues la sombra de Rebeca, esa omnipresente figura que atormenta a la protagonista, no tiene nada que ver con la esposa demente de  Rochester, el siniestro personaje de la obra de Charlotte Brontë.

domingo, 9 de octubre de 2022

HAIKUS


 Bajo las sombras,

embriagada blancura

de primavera...


Y tú callaste

ante tal desmesura... 

Flor de cerezo


martes, 2 de noviembre de 2021

Estoy junto a tu oído sin ser vista

Poema escrito por una mujer afgana. Recopila historias sucedidas a varias mujeres en Afganistán.


Estoy junto a tu oído sin ser vista.

Antes de la flagelación, me enterraron

en el barro hasta la cintura.

Cien veces y una, me golpearon con un bastón.

Por llevar burka,

el mullah se libró de ver mi sangre.

Cundo mi familia me llevó a casa

estaba inconsciente. Les habían prohibido

que buscasen tratamiento.

Cuando morí, a la mañana siguiente,

nadie se sorprendió. Sucedió tres días después

de mi decimoctavo cumpleaños.

 

Estoy junto a tu oído sin ser vista.

Cuando tenía catorce años

quería ser maestra. Recuerdo

reírme con mis amigas

camino a casa desde la escuela.

Recuerdo escribir poemas sobre el futuro,

soñando despierta en la ventana del cielo aterciopelado.

Imposible, entonces, creer lo que vendría.


 Cuando tenía quince años, vinieron.

Miedo. Hambre. Constante.

Mis hermanas y yo comíamos

lo que dejaban los hermanos. Poco.

Tres años. Mi hermana menor enfermó.

Mi padre la llevó al hospital,

pero le dijeron que la tirara.

Ella murió en la puerta.

Fue entonces cuando mi ira

nos puso en peligro a todos.

En su nombre, comencé una escuela secreta.

Para poder leer, para poder escribir,

cinco niñas y yo arriesgamos nuestras vidas.

Lo volvería a hacer.

 


Cuando entraron en casa para intimidarnos,

encontraron las pizarras de la escuela

escondidas detrás de mi cama.

Me llevaron ante el muláh y no dije nada.

Él sí dijo: cerró la puerta y me violó.

 

Estoy junto a tu oído sin ser vista.

La hambruna y la depresión

hacen que mis periodos sean escasos.

Por eso quizás no supe nada sobre el bebé al principio.

Mi tía tenía la hierba correcta

en una maceta escondida en su techo.

Se quedó mientras mi bebé se desangraba.

 

El mullah lo aprendió todo.

Anunció mi delito de haber tenido un aborto,

lo que demostró que yo era promiscua.

Mis crímenes encubrieron los suyos

y nadie podía hacer nada.

Solo rezar para que yo pudiera sobrevivir.

Estaba lista para partir.

 

Doce millones de años viviendo

junto a sus oídos sin ser vistas…

Las mujeres y las niñas que viven y vivieron

exigen tu indignación.

¡Levanta tu velo! ¡Abre tu oído!

Poetas afganas



Homeira Qaderi:

 Escritora afgana que reside en Kabul. A mediados de agosto del 2021 escribió en Twitter una “Carta abierta dirigida a los escritores del mundo”.

 “No puedo dormir.

Simplemente, no puedo.

En mis sueños me disparan en la cara,

la destrozan.

Las pesadillas de mi infancia

crecen cada día…”

 “Cada persona  lleva un arma en esta guerra. La mía es mi pluma, la misma con que les escribo para que denuncien lo que está sucediendo en Afganistán.

Nuestros niños duermen estos días en lugares inmundos, nuestras mujeres están dando a luz en las calles, mucha población civil no tiene forma de escapar, así que mueren en sus casas o son asesinados por la calle.

Nos estamos acercando a un terrible final. Por favor, denuncien nuestra situación a través de sus redes. Por favor, que esta tragedia humana no caiga en el olvido”

  

Nadia Ghulam

 Escritora afgana refugiada en España. Durante diez años se hizo pasar por su hermano muerto para poder trabajar y  mantener  de esta manera a su familia, formada solo por mujeres. Contó su experiencia en una novela.

 “A las mujeres nos tratan peor que a un animal. Además, nos quitan toda la libertad. Si eres mujer no puedes salir de casa, ni trabajar, ni siquiera ir a un médico. Por eso yo me disfracé de hombre.”

 En Afganistán se ejerce la violencia física sobre las mujeres, pero también existe una  violencia emocional y psicológica que provoca heridas invisibles, heridas que no cicatrizan nunca.

 “Estoy haciendo gestiones para sacar a mi familia de Kabul, porque en estos momentos no tienen servicios básicos, la mayoría de las tiendas están cerradas, no hay agua, ni electricidad… La situación es totalmente caótica”

 

Safia Siddiqui

 Célebre poeta pastún y antigua parlamentaria afgana. Afirma que 

“la poesía es la única forma de rebelarse. Un poema es una espada, un arma contra la sumisión, pero las mujeres arriesgan su vida cuando escriben. Existe una larga tradición  de poetas mártires, suicidas o asesinadas por sus familias.”

 

   



  Meena Muska

 Es el pseudónimo de una muchacha que, como la mayoría, tiene que escribir poesía a escondidas y  por eso se protege bajo un nombre falso.

 “Soy como un tulipán en el desierto.

 Me muero antes de florecer,

y el viento de las dunas se llevará mis pétalos.”


 “El dolor aumenta

mientras mi vida disminuye.

Voy a morir con el corazón lleno de esperanza”


 “Ojalá dios destruya a los talibanes y termine la guerra, 

porque ellos han convertido a las mujeres afganas en viudas o prostitutas”

 Cuando descubrieron sus versos, su familia rompió los cuadernos y  le pegó una paliza. No se sabe lo que fue de ella.

 

 Hakar tenía un año cuando los talibanes entraron en Kabul por primera vez, en 1996.

 “Recuerdo que mi madre me compró un helado y fue azotada públicamente por destapar su rostro durante un par de minutos”



 Nadia Anjuman

 Poeta y periodista, En el año 2005 fue asesinada a golpes por su marido y la familia de este. Tenía 25 años. Acababa de publicar con éxito un libro de poesía testimonial: Flores de humo.

  “El opresor me ha tapado la boca.

Tanto me da cantar que callar;

tanto me da morir que existir.

He nacido para nada”

 

  Zarmina

 Una joven poeta  que se suicidó hace unos años también había sido castigada por escribir.  De ella nos han llegado algunos landays  (poemas cortos) Zarmina es la más reciente de las poetas mártires afganas. Ha habido cientos de ellas en Afganistán.

  “Vivimos en una sociedad

donde el amor es un crimen.

¿Por qué los musulmanes

somos enemigos del amor?”

 “Estoy gritando,

pero nadie me contesta.

Un día me van a buscar

y ya me habré ido de este mundo”

 

Fátima, estudiante de la universidad de Kabul:

  “La miseria llevó a algunas mujeres viudas madres de familia a prostituirse en las condiciones más degradantes. Y a estas mismas mujeres luego las arrestaban y condenaban a muerte por lapidación. Su lapidación en espacios públicos, sobre todo en los estadios, se convertía en un espectáculo los viernes por la tarde. Esta es la verdadera cara del horror. Y temo que esta historia vuelva a repetirse ahora, en el año 2021.”

 

Harat, universitaria:

  “Todo, todo lo que soñé, todo por lo que trabajé, mi dignidad, mi orgullo, incluso mi existencia como mujer, todo está en peligro. Puede que me suicide cuando los talibanes vengan a registrar mi casa. He hablado con mis amigas y esto es lo que todas, todas, estamos planeando hacer”

“Los talibanes te miran como si no fueras un ser humano normal, como si fueras una basura que debería tirarse. Así te miran en la calle” “No tengo nada más que decir. Sé que nos matarán”

 



 

lunes, 28 de junio de 2021

Cumpleaños sin memoria


 Poema de Ángeles Mora


Ya sin ninguna coquetería, 

se ignora en el centro de la foto.

La que fuera bella entre las bellas,

no se mira al espejo,

no sabe que la peinan.

La que siempre dispuso

el fluir de las cosas.

La que reía, la que cantaba.

La voz de la casa.

Voz perdida hoy

en los huecos de su memoria,

viva en la mía.

Ahí está, ausente

en el centro de la foto,

rodeada de sombras familiares.

Brillantes los ojos, 

como brilla el olvido

contemplando

las velas encendidas de la tarta.


ÁNGELES MORA

domingo, 6 de junio de 2021

Borges: el olvido que seremos

 



Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres, y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja.
Los ritos de la muerte, y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre.
Pienso con esperanza en aquel hombre

que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo
esta meditación es un consuelo.


Jorge Luis Borges


 

Imágenes: Christian Schloe

sábado, 10 de abril de 2021

Palabras de agradecimiento

 



Gracias por el Premio de la Crítica de Asturias 2021 a mi novela Nunca fuimos Ingrid Bergman. 

Quisiera iniciar estas palabras con un agradecimiento expreso a la entidad que organiza los premios de la Crítica, la Asociación de Escritores de Asturias; a su presidenta, Doña Esther García López, y, muy especialmente, a los miembros del jurado, por considerar que mi trabajo era merecedor de este galardón. También deseo felicitar a todos los premiados en las distintas modalidades.

 Aunque he escrito anteriormente poesía y relato, creo que la novela es el género que mejor documenta la intimidad, la historia cotidiana, eso que Unamuno llamaba la intrahistoria, por eso escogí este género para escribir Nunca fuimos Ingrid Bergman

Como autora, me interesaba recrear situaciones del pasado, hechos anclados en el olvido que no existirían a no ser que alguien los rescatara a través de las palabras. Considero que ese es el mejor motivo para escuchar, contar o  escribir  historias, algo que nos define como especie, porque un libro contiene a hombres y mujeres que nos habitan por dentro, que nos contienen a nosotros mismos y hacen que nos descubramos en ellos, aunque sean personajes ficticios. 

Creo que en ese momento la literatura deja de ser algo epidérmico y superficial, y cobra un sentido profundo. Es entonces cuando la lectura remueve y  engancha; deja de ser una afición para convertirse en una necesidad.

Leer y escribir se parecen mucho al gesto de abrir puertas y ventanas. Significa ventilar la casa, asomarse a otra realidad, ser capaz de ponerse en la piel del otro… Gracias a la ficción hemos podido asomarnos a las vidas de los héroes y antihéroes que habitan las páginas de nuestra historia literaria. Una frase de Rosa Montero explica perfectamente esa insobornable necesidad de literatura: “Dejar de leer representaría para mí la muerte instantánea, sería como vivir en un mundo sin oxígeno.”

Para terminar, me gustaría agradecer a todas las personas amigas su ayuda en la consecución de este proyecto y, en especial, a Juan Carlos, sin el que me habría resultado imposible escribir este libro. Gracias también a mi madre, Carmen, que era una magnífica narradora y  me transmitió, desde que era pequeña, su pasión por la literatura.

Muchas gracias a todos. 

Carmen Cabeza Martínez