miércoles, 26 de enero de 2011

Un poema de Bukowski


A SOLAS CON TODO EL MUNDO



La carne cubre el hueso
y dentro le ponen
un cerebro y
a veces un alma.
y las mujeres arrojan
jarrones contra las paredes
y los hombres beben
demasiado
y nadie encuentra al
otro
pero sigue
buscando
de cama
en cama.
la carne cubre
el hueso y la
carne busca
algo más que
carne.
no hay ninguna
posibilidad:
estamos todos atrapados
por un destino
singular.
nadie encuentra jamás
al otro.
los tugurios se llenan
los vertederos se llenan
los manicomios se llenan
los hospitales se llenan
las tumbas se llenan
nada más
se llena.



CHARLES BUKOWSKI

jueves, 20 de enero de 2011

Invisible

Fotografía: Toni Frissell




La luna muerde el cielo

con sonrisa violeta

mientras llena mi cama

de sangre blanca.


Hay un dolor turbio

en esta noche;

un dolor que mata

con caricias como cuchillos.


La muerte pende de un hilo

y el alba,

torpemente cerrada en su oquedad,

alumbra en el silencio

mi nada invisible...






Carmen Cabeza Martínez

miércoles, 12 de enero de 2011

MIEDO



Enmudeces

y tu voz se sumerge

en un piélago de larvas.


El grito sobrevuela

la oquedad de los silencios

y tu sangre

-injertada-

recorre círculos de hielo

que estrangulan

el aire...

Carmen Cabeza

miércoles, 5 de enero de 2011

Poema de Ana Rossetti

Léon-François Comerre: Lluvia de oro


ISOLDA




Si alguien sabe de un filtro que excuse mi extravío

que explique el desvarío de mi sangre

le suplico:

antes de que se muera el jazmín de mi vientre

y se cumplan mis lunas puntuales y enteras

y mis venas se agoten de tantas madrugadas

en las que un muslo roza al muslo compañero

y lo sabe marfil pero lo piensa lumbre;

antes de que la edad extenúe en mi carne

la vehemencia, que por favor lo diga.



Contemplo ante el espejo, hospedado en mis sábanas,

las señales febriles de la noche inclemente

en donde el terso lino aulaga se vertiera

y duro pedernal y cuerpo de muchacho.



Ciño mi cinturón y el azogue me escruta,

fresas bajo mi blusa ansiosas se endurecen

y al resbalar la tela por mi inclinada espalda

parece una caricia; y la boca me arde.



Si alguien sabe de un filtro que excuse mi locura

y me entregue al furor que la pasión exige,

se lo ruego, antes de que me ahogue

en mi propia fragancia, por favor,

por favor se lo ruego:

que lo beba conmigo.




ANA ROSSETTI