jueves, 19 de diciembre de 2019

Presentación de la novela en Gijón

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Nunca fuimos Ingrid Bergman


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Este es mi nuevo libro, una novela que lleva por título Nunca fuimos Ingrid Bergman. 
Mezcla en sus páginas varios temas. Por un lado, hay un claro  homenaje al cine, sobre todo al cine clásico, pero también existe un proceso de búsqueda, el de la protagonista, Clara, que realiza un viaje al pasado cuando decide investigar sobre la historia de su familia. Y en ese viaje retrata el Gijón de los años del estraperlo, la Habana de finales de los cincuenta, el paisaje blanco de Ikaalinen, una localidad finlandesa donde espera la llegada del nuevo milenio... Presente y pasado se superponen hasta confluir en un desenlace sorprendente, que nos recuerda la célebre frase de Faulkner: "El pasado no existe. Ni siquiera es pasado."

Carmen Cabeza

martes, 29 de octubre de 2019

Origen de los cuentos de hadas






























Existe una conocida frase del escritor Luis Landero que afirma que "el hombre es un animal narrativo". Y añade, en una entrevista: “Todos vamos de la vida al cuento…, y del cuento a la vida”

Parece que, en lugar de homo sapiens,  nuestra especie debería llamarse homo narrator.  Porque todos necesitamos contar y escuchar historias en forma de relatos, romances, chistes, poesías, refranes, canciones, cotilleos…. Esta cualidad ha acompañado al ser humano a lo largo del tiempo.

Si buscamos el origen de la narración, podemos aseverar que el cuento es el género matriz de la literatura, y esto es debido, sobre todo, a su antigüedad. Setenta mil años de entrenamiento han dejado poso. Se cree que el cuento surge en el Paleolítico, y no toma forma escrita hasta la primera muestra conservada en papiro, que data del antiguo Egipto.


En la época de las cavernas, los seres primitivos ya se contaban historias. Cuando faltaban miles de años para que se creara la escritura, los seres humanos eran depositarios y transmisores de la tradición oral. No solo subyacía en todo esto el deseo de contar experiencias propias y ajenas; los más adultos de la tribu también sentían  la necesidad de transmitir su experiencia y conocimiento a los más jóvenes, de brindarles su sabiduría y enseñarles los valores del bien y del mal. Más tarde, estas historias serían portadoras del  universal colectivo.








Para Elena Fortún, el cuento popular suponía el origen de la literatura universal. “La mayor parte de esos cuentos poseen un origen mítico o astrológico. Representaciones siderales, relatos míticos y fenómenos astronómicos parecen estar en el origen de la mayor parte de los cuentos tradicionales. Las narraciones del Panchatantra, en la India, son las mismas que han sido halladas en los sarcófagos egipcios, las que se contaban en las tribus africanas, y también en las europeas. Su origen está en  la Prehistoria”

Los hermanos Grimm, que recopilaron en el siglo XIX los cuentos tradicionales alemanes, creían que Alemania era la nación más rica en este tipo de literatura; pero también Perrault, un siglo antes, suponía que en Francia era donde había tenido su origen el cuento de hadas. Lo cierto es que los cuentos alemanes son los mismos que los franceses, y los rusos, y los fineses…

El espacio narrativo esencial  del cuento popular surge de forma espontánea en un grupo: tribu, familia, clan… Sus miembros se reunían en torno a una hoguera, alrededor del calor y la magia del fuego. El fuego actuaba como un elemento de cohesión: formar un círculo en torno a una hoguera invitaba a la escucha, a compartir historias con los otros miembros de la tribu, fortaleciendo así los lazos intergeneracionales. La palabra convocaba universalmente a lo colectivo.

Existía en este espacio narrativo una situación de sincronicidad y una capacidad de retroalimentación entre narrador y receptor, y eso hacía que las historias nunca fueran exactamente las mismas. Y es que el cuento tradicional o folclórico “vive en variantes” y estas variantes son el principio básico de su permanencia. Se añaden o suprimen elementos, algunos permanecen, otros se eliminan según las versiones.

El cuento tradicional, además de ser el género más antiguo, siempre es anónimo. Permanece en la memoria del pueblo como parte importantísima de su acervo cultural. Su temática es muy variada. Pueden tratar del heroísmo, de la fidelidad, la traición, del amor, de la muerte, de la maldad, de la envidia… Cuando una historia permanece en la memoria colectiva durante siglos es que ha pasado el filtro de la historia, que ha sido considerada un precioso legado para la humanidad. 



La mayoría son cuentos arquetípicos donde el malo es muy malo, el héroe es muy bueno y valiente, y no existen ambigüedades; el objetivo era que el público pudiese identificarse claramente con los personajes.

El ruso Vladimir Propp publica en 1928 La morfología del cuento. Estudia cien cuentos de hadas del folclore ruso y encuentra una serie de puntos recurrentes en todos ellos. Por ejemplo, se repetía siempre la figura del héroe (un muchacho, una muchacha); la del antagonista, es decir el malo, que podía encarnarse en la figura de una bruja, un ogro, una serpiente, un lobo, la madrastra, el dragón, la zorra… ; también se repetían elementos fijos, como el bosque, que simbolizaba la inseguridad ante el camino de la vida, las  dificultades y  pruebas que había que enfrentar para sobrevivir... Se daban también elementos como el viaje iniciático, el regalo, encarnado en un objeto mágico que recibe el protagonista (talismán,  anillo, espada); el hada o el genio; el premio y el castigo, la boda, el regreso, la victoria del héroe sobre el antagonista...

 En la mayoría, el tema fundamental es la transición a la vida adulta,  el paso de la infancia a la adolescencia. Se cree que los cuentos tenían la función de poner en guardia a los niños acerca de los peligros que se podían encontrar en el mundo. Enseñaba, por ejemplo, que desobedecer las advertencias de los padres podía tener fatales consecuencias, que el camino de la vida estaba plagado de pruebas y tareas que debían superar. Si las brujas de los cuentos han asustado durante generaciones enteras a los niños ha sido precisamente para despertar en ellos su capacidad de protegerse frente al mal.


viernes, 17 de mayo de 2019

Poema de Juan Carlos Mestre


Resultado de imagen de Pintura de juan carlos mestre Juan Carlos Mestre


Hablo contigo...

Hablo contigo, ignoro dónde estás, hacia qué luz busca mi Ser el eco en que te escucho.

No hay usura en tu voz, yo sé que un aire limpio te respira, que algo redentor, alguna claridad que arrastra el río lleva
el pensamiento tuyo.

Hablo contigo, una intacta pasión vive en tu fósforo, una única luz que no se apaga mientras la muerte fluye, mientras
la muerte sufre esta palabra.

Y hablo, hablo contigo alrededor de un hueco, alrededor de mí como el que gira mutuo, como aquel que dentro de nosotros
es próximo y se acerca con su haz luminoso de pureza. 


Hablo ante el destino que imagina el hombre, eso de desvalido, eso de delirante y turbio hablo contigo. Y es de noche,
es de noche en los dos como metal oscuro, y vemos como largamente la verdad extiende su único hilo de saliva,
un único alfabeto en el rumor de todos.

Hablo contigo, oh bondad compartida de quien es silencioso, sombra de esa sombra que aletea y es vuelo de semejante
elocuencia, el que escribe, el que escucha, el que lámina a lámina va enhebrando en el eco una voz que responde,
esa voz en mí mismo, la que nos alumbra y persuade desde más allá de la muerte.




Juan Carlos Mestre, del libro La poesía ha caído en desgracia (1992)

(Pintura original de Juan Carlos Mestre)

lunes, 29 de abril de 2019

Poema de Miguel Hernández








Todo era azul delante de aquellos ojos y era
verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos.
Porque el color hallaba su encarnación primera
dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos.
 
Ojos nacientes: luces en una doble esfera.
Todo radiaba en torno como un solar de espejos.
Vivificar las cosas para la primavera
poder fue de unos ojos que nunca han sido viejos.

Se los devoran. ¿Sabes? No soy feliz. No hay goce
como sentir aquella mirada inundadora.
Cuando se me alejaba, me despedí del día.

La claridad brotaba de su directo roce,
pero los devoraron. Y están brotando ahora
penumbras como el pardo rubor de la agonía.


MIGUEL HERNÁNDEZ