Amanece la tierra,
el resplandor rugoso de la carne,
venas de materia transparente
tras la olorosa seda de la piel.
Balbucea
como hierba recién nacida,
savia arborescente,
vasos sanguíneos que resurgen
a través de mi mano.
Brota un alba como flor de cerezo.
Da luz a una hojarasca
de entrañas como escamas,
ilumina la sangre de signos vegetales...
El alba alumbra
los plurales aromas de la tierra
en su reflejo cárdeno:
un vientre de magnolias,
cuerpos meciéndose en la sombra,
la rojiza tersura del serbal...
Poema de Carmen Cabeza
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