jueves, 12 de marzo de 2020

Descanso de una enfermera

(foto de la enfermera Elena Pagliarini, descansado, exhausta, tras más de diez horas en el servicio de urgencias del hospital de Cremona (Lombardía, Italia). La imagen, sacada con el móvil por la doctora Francesca Mangiatordi, se ha hecho viral.)


Para quién escribo


Mi hijo de diez años  me ha preguntado para quién escribo.

Mi palabra sale de la afonía de una guardia, de un
sufrimiento crónico.

Escúchame, Paolo, yo quisiera escribir para todos los que
sufren en esta larga galería de la muerte.

Para las madres que nunca acaban de perder al hijo
estremecido y permanecen a su lado las horas
eternas de las tinieblas.

Escribo, Paolo, para las alas fosfóricas de la guadaña que
pasa cada noche sobre el piso noveno y deja caer su
cucharón de palo para comerse al más ausente.

Para los hijos, escribo, los hijos, que fuman los cigarros
amargos a escondidas y lloran lágrimas nerviosas
porque aún no han accedido a la soberanía de la
enfermedad.

Escribo, Paolo, para el amante que no podrá entrar a
besar a su amado y que sufre llamándolo, sin voces:
amor mío, amor mío.

Escribo, Paolo, para valorar el trabajo de las limpiadoras
que renuevan el hospital y el ruido de la orina.

Para las enfermeras azules de la eternidad y sus
ayudantes, los médicos humildes.

Para la misericordia y la paciencia, escribo.

Para los trasplantados, los locos, los quemados, los
absortos en el estrabismo de la muerte.

Y sobre todo, sobre todos los seres de este mundo,
yo escribo para él, tú ya lo sabes, para él, que se
ha ido en esta primavera y se ha llevado todo mi
derrumbado diccionario de la medicina.


ISLA CORREYERO

 (fragmento del poema “Para quién escribo”,
de su libro Diario de una enfermera, 1996)
  

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