Gracias por el Premio de la Crítica de Asturias 2021 a mi novela Nunca fuimos Ingrid Bergman.
Quisiera iniciar estas palabras con un agradecimiento expreso a la entidad que organiza los premios de la Crítica, la Asociación de Escritores de Asturias; a su presidenta, Doña Esther García López, y, muy especialmente, a los miembros del jurado, por considerar que mi trabajo era merecedor de este galardón. También deseo felicitar a todos los premiados en las distintas modalidades.
Aunque he escrito anteriormente poesía y relato, creo que la novela es el género que mejor documenta la intimidad, la historia cotidiana, eso que Unamuno llamaba la intrahistoria, por eso escogí este género para escribir Nunca fuimos Ingrid Bergman.
Como autora, me interesaba recrear situaciones del pasado, hechos anclados en el olvido que no existirían a no ser que alguien los rescatara a través de las palabras. Considero que ese es el mejor motivo para escuchar, contar o escribir historias, algo que nos define como especie, porque un libro contiene a hombres y mujeres que nos habitan por dentro, que nos contienen a nosotros mismos y hacen que nos descubramos en ellos, aunque sean personajes ficticios.
Creo que en ese momento la literatura deja de ser algo
epidérmico y superficial, y cobra un sentido profundo. Es entonces cuando la
lectura remueve y engancha; deja de ser una
afición para convertirse en una necesidad.
Leer y escribir se parecen mucho al gesto de
abrir puertas y ventanas. Significa ventilar la casa, asomarse a otra realidad,
ser capaz de ponerse en la piel del otro… Gracias a la ficción hemos podido
asomarnos a las vidas de los héroes y antihéroes que habitan las páginas de nuestra historia literaria. Una frase de Rosa Montero explica
perfectamente esa insobornable necesidad de literatura: “Dejar de leer representaría
para mí la muerte instantánea, sería como vivir en un mundo sin oxígeno.”
Para terminar, me gustaría agradecer
a todas las personas amigas su ayuda en la consecución de este proyecto y, en
especial, a Juan Carlos, sin el que me habría resultado imposible escribir este
libro. Gracias también a mi madre, Carmen, que era una magnífica narradora y me transmitió, desde que era pequeña, su pasión por la
literatura.
Muchas gracias a todos.
Carmen Cabeza Martínez
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