miércoles, 12 de septiembre de 2012

Poema de G. Belli

(...)
No hay nadie aquí. Está mi cuerpo solo

mientras yo estoy con ellas:

las mujeres sin habla.
Esas que mis dedos escuchan,

esas que entran de noche

con aliento de luna.

Mujeres de los siglos

me habitan:

Isadora bailando con la túnica.

Virginia Woolf en su cuarto propio.

Safo lanzándose desde la roca.

Medea. Fedra. Jane Eyre

y mis amigas,

espantando la decrepitud del tiempo,

escribiéndose a sí mismas (...)




Mujeres danzan a la luz de mi lámpara.


Se suben a las mesas.

Dicen discursos incendiarios.

Me sitian con los sufrimientos.

Las marcas del cuerpo.

El alumbramiento de los hijos.

El silencio de las olorosas cocinas.

Los efímeros, tensos, dormitorios.

Mujeres enormes. Monumentos me circundan.

Dicen sus poemas. Cantan. Bailan.

Recuperan la voz. (...)


(Poema: fragmento de Contradiccciones, de Gioconda Belli)
(Foto: On reading, de André Kertész)
(Fotograma de la película "Esplendor en la hierba", de Elia Kazan)

2 comentarios:

  1. La soledad lectora nunca es completa, porque de los renglones surgen figuras que van ocupando huecos en las sombras. Y se ve que esta lectora en concreto se ha buscado muy buena compañía en la palabra escrita de otras grandes mujeres. Me ha gustado mucho.

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  2. Llevo un mes apartada del blog, pero acabo de leer tu comentario y tu definición me parece perfecta: la soledad lectora nunca es completa. Existe una comunicación a distancia con el autor, por lo menos; otra que se establece con nuestro propio yo lector, y otras cuantas imaginarias e irreales que surgen constantemente de la ficción, en esos personajes que nos acompañan a lo largo de las páginas y parecen más auténticos que los seres de carne y hueso. Por eso leer es tan maravilloso y alucinante...

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