EL LAÚD (José Hierro)
I
Sonó su música, por vez primera
a la orilla del Arno, del Sena,
del Danubio de gabarras y de aceite.
Después atravesó el océano,
enmudeció, sobrevivió, sobremurió.
Escuchó los mariachis
entre el humo de la marihuana,
el coruscante saxofón del gringo
(así lo fijaría en su memoria),
el clarinete bajo
de canto triste y coda de arrepentimiento,
el bandoneón del tango de Buenos Aires,
la guitarra del Sacromonte.
Lo escuchó todo, con nostalgia del rumor del bosque
que había sido su origen,
frente al estuario en el que fuego y oro desembocan.
III
Mister Eisen toma el laúd en sus manos
torpes y corvas como garras,
pero llenas de amor:
restaña las úlceras de la madera,
acaricia y barniza la convexidad de la caja
-cráneo, pecho, cadera, nalga-,
tensa y templa las cuerdas.
Y la madera renacida
huele de nuevo a bosque,
a salón cortesano, a rosa de Cremona.
JOSÉ HIERRO. Cuaderno de Nueva York (1998)
Cuadro: Interior holandés, de Joan Miró
toma con tango y todo muy lindo un gran saludo
ResponderEliminarMuchas gracias, Hadama. Magnífico poemario ("Cuaderno de nueva York") de un magnífico poeta (José Hierro)
ResponderEliminarUn gran saludo desde Asturias