
Desarraigada.
Sin centro.
Con la raíz perdida
en el viento maldito de los sueños.
Habitando el cuerpo de una extraña.
Desencarnada.
En la tierra de nadie.
Una vorágine de viento
inmaterial y transitorio.
Enemiga que declara la guerra
hacia sí misma
y se aleja del núcleo,
sin retorno,
desconociendo el alba,
desconociendo el vientre
cóncavo del mundo...