sábado, 30 de octubre de 2010

Miguel Hernández, poeta de la luz y de la sombra


Miguel Hernández nacía un día como hoy, (30 de octubre), hace cien años, en Orihuela, Alicante.

Miguel es uno de esos pocos poetas imprescindibles. Un poeta que continúa sorprendiéndote a través de los años y cuya poesía sigue siendo necesaria. Lo puedes leer un montón de veces, que todavía conseguirá emocionarte. Te aprendes poemas suyos de memoria, los recitas, repites sus versos como una letanía, y el encanto no desaparece, la fascinación sigue ahí, en las palabras que conservan esa magia volcada en ellas por este maestro de poetas como un extraño chamán.

Leer a Miguel Hernández es una experiencia que no os dejará tibios; la fuerza e intensidad de su escritura os transmitirán una parte de la pasión que habita en su obra. Para los que no estéis acostumbrados a la poesía, os recomiendo empezar por El rayo que no cesa o el Cancionero y romancero de ausencias, dos de sus obras más cercanas e impactantes.



Para describir a Miguel, nada mejor que la cita de otro poeta imprescindible: Pablo Neruda. El chileno y el pastor mantuvieron una estrecha amistad en el Madrid de 1935 y 1936, hasta que la guerra civil les separó para siempre. En palabras de Neruda:


"Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él (...) me contaba cuentos terrestres de animales y pájaros. Era escritor salido de la naturaleza como una piedra intacta, con virginidad selvática y arrolladora fuerza vital. Me narraba cuán impresionante era poner los oídos sobre el vientre de las cabras dormidas. Así se escuchaba el ruido de la leche que llegaba a las ubres, el rumor secreto que nadie ha podido escuchar sino aquel poeta de cabras. Otras veces me hablaba del canto de los ruiseñores. El Levante español, de donde provenía, estaba cargado de naranjos en flor y de ruiseñores..."




El poeta Vicente Aleixandre, sin lugar a dudas el mejor y más fiel amigo de Miguel, describe así al joven oriolano:


"... era un ser generoso al máximo. Donde hubiera un dolor, allí estaba él. Cuando yo he sufrido mientras él vivió, cuando yo he padecido, el rostro que aparecía a mi lado era el de Miguel: el que venía a cuidarme era Miguel, el que venía a acompañarme, incluso a alimentarme, era Miguel. (...) Calzaba entonces alpargatas, no sólo por su limpia pobreza sino porque era el calzado a que su pie se acostumbró de chiquillo y que recuperaba en cuanto la estación madrileña se lo consentía. Llegaba en mangas de camisa, sin corbata, ni cuello, así, mojado aún de su chapuzón en la corriente. Unos ojos azules como dos piedras límpidas sobre las que el agua hubiese pasado durante años, brillaban en la faz térrea, arcilla pura donde la dentadura blanca, blanquísima, contrastaba con violencia... Silencioso entonces, daba bondad con compañía, y su palabra verdadera, a veces una sola, hacía el clima fraterno, el aura entendedora sobre la que la cabeza dolorosa podía reposar, respirar."



Josefina Manresa


Josefina Manresa trabaja como aprendiza en un taller de costura cuando conoce al poeta, en Orihuela. Miguel enseguida empieza a cortejarla, y le pide permiso "formal" al padre de la chica para ser novios. La muchacha, de 16 ó 17 años, es una belleza, pero de carácter retraído y mentalidad excesivamente provinciana para un poeta tan apasionado. Miguel, a veces, detalla en algunos versos la timidez de la joven:



Te me mueres de casta y de sencilla:
estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.

Yo te libé la flor de la mejilla,
y desde aquella gloria, aquel suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.

El fantasma del beso delincuente
el pómulo te tiene perseguido,
cada vez más patente, negro y grande.

Y sin dormir estás, celosamente,
vigilando mi boca ¡con qué cuido!
para que no se vicie y se desmande.
( El rayo que no cesa 1936 )


Maruja Mallo



Durante su estancia en Madrid, el poeta conoce, en casa de Neruda, a la pintora gallega Maruja Mallo. La personalidad arrolladora y excéntrica de la artista fascinaron desde el principio al joven provinciano. Hubo entre ellos un mutuo deslumbramiento que culmina en una tórrida relación que duró de junio a agosto de 1935. La cara amarga de esta aventura fue el desengaño de Miguel ante el abandono de su amante, la pasión amarga de la pérdida, que le llevará a componer una serie de poemas que, según los estudiosos de la obra hernandiana, formarán parte de El rayo... en un número de, al menos, 22 sonetos. De este modo, Maruja simboliza la rabia, la sensualidad, el desdén que humilla al despreciado amante...


( ... )

Coloco relicarios de mi especie

a tu talón mordiente, a tu pisada,

y siempre a tu pisada me adelanto

para que tu impasible pie desprecie

todo el amor que hacia tu pie levanto.

( ... )


Apenas si me pisas, si me pones

la imagen de tu huella sobre encima

se despedaza y rompe la armadura

de arrope bipartido que me ciñe la boca

en carne viva y pura,

pidiéndote a pedazos que la oprima

siempre tu pie de liebre libre y loca.

( ... )
La muerte, en diciembre de 1935, de su amigo Ramón Sijé, de Orihuela, es un duro golpe para el poeta. Desgarrado por la muerte de Sijé, le escribe la magnífica "Elegía", uno de los poemas funerarios de mayor fuerza de toda la literatura española.


( ... )

"Tu corazón, ya terciopelo ajado,

llama a un campo de almendras espumosas

mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero."


Josefina y Miguel en Jaén, marzo de 1937

A principios de 1936, Miguel ha vuelto con su novia del pueblo, Josefina, con quien piensa formar una familia. Tras el estallido de la guerra civil, decide alistarse como voluntario en el ejército republicano. La experiencia de la guerra produce un cambio sustancial en su obra, que busca trascender la individualidad y convertirse en adalid de la lucha contra el fascismo. Escribe en plena contienda, en las trincheras, y recita por los altavoces, para los soldados, unos textos ideológicos, testimoniales, que, sin embargo, consiguen trascender el mero carácter panfletario. En un permiso, en marzo del 37, se casa con Josefina Manresa, pero la luna de miel sólo durará un mes. Al poco tiempo ella le escribe anunciando su embarazo y el poeta compone, en el frente, la bellísima "Canción del esposo soldado":






He poblado tu vientre de amor y sementera,

he prolongado el eco de sangre a que respondo,

y espero sobre el surco como el arado espera:

he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,

esposa de mi piel, gran trago de mi vida,

tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos

de cierva concebida.


Ya me parece que eres un cristal delicado,

temo que te me rompas al más leve tropiezo,

y a reforzar tus venas con mi piel de soldado

fuera como el cerezo.

( ... )


Para el hijo será la paz que estoy forjando.

Y al fin en un océano de irremediables huesos

tu corazón y el mío naufragarán, quedando

una mujer y un hombre gastados por los besos.

Viento del pueblo (1937)


El segundo libro escrito durante la contienda es El hombre acecha. (1939) En estos dos volúmenes se encuentras composiciones memorables como: Aceituneros, El niño yuntero, Las cárceles, El hambre, El herido, Carta...


"Aunque bajo la tierra

mi amante cuerpo esté,

escríbeme a la tierra

que yo te escribiré."











El final de la guerra es el comienzo de la etapa más dura en la vida del poeta. La muerte del primer hijo, a los diez meses de edad; su detención cuando intentaba escapar por Portugal... Tres años de duro trasiego por las cárceles franquistas, una condena a muerte conmutada por treinta años y un día de reclusión mayor, su enfermedad... En la etapa carcelaria, Miguel escribe, necesita escribir en cualquier parte: cuartillas improvisadas, papeles de periódico, cajetillas de tabaco... Escribe, además de poemas, cuentos a su hijo, (ha tenido un segundo hijo con Josefina al que apenas ha podido ver), cartas a su esposa, a sus amigos... Expresará su voz en un registro nuevo, de resonancias íntimas, que buscan la esencialidad más absoluta. De esta forma alumbrará su Cancionero y romancero de ausencias, y un buen número de poemas que quedaron sin clasificar porque la salud del poeta, consumido y sin fuerzas, no resiste las duras condiciones de la vida en prisión. Una tuberculosis pone fin a su vida en marzo de 1942, cuando Miguel tiene tan sólo 31 años


Dejó atrás una obra poética impagable, una poesía inspirada, profunda, de belleza desgarradora.

Miguel Hernández merece ser recordado, no por su centenario; merece ser leído porque es un lujo tenerlo en nuestra biblioteca, porque continúa siendo uno de esos poetas imprescindibles. El poeta de la pasión más generosa y rotunda. El poeta de la pasión y de la muerte.







"Un amor hacia todo me atormenta

como a ti, y hacia todo se derrama

mi corazón vestido de difunto."




"Tres palabras,

tres fuegos has heredado:

vida, muerte, amor. Ahí quedan

escritos sobre tus labios..."

3 comentarios:

  1. Merece ser recordado, claro que sí, porque su voz sigue siendo universal y, por tanto, válida.
    Bonito artículo. Siento no haber estado en ninguno de los actos que realizásteis en Gijón, pero esto de vivir en la "aldea" tiene sus inconvenientes a veces.
    Besos, reina. Estoy bien.

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  2. Gracias a tu trabajo, valoro y disfruto aún mas a Miguel Hernandez.

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  3. Me parece genial, anónimo. Mi intención, al escribirlo, era transmitir la pasión hacia su obra, y el que tú lo disfrutes más gracias a mi post es una pasada. Gracias por hacerme llegar tu opinión.

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