viernes, 29 de marzo de 2013

Raquel bajo la lluvia


 Raquel, bajo la lluvia, se ha acostumbrado a callar, a fingir indiferencia, a disfrazarse con maquillaje una máscara de distanciamiento. Sin querer, ha caído en la trampa de renunciar a sus sueños, a todos los ideales que la inconsciencia y la debilidad han ido postergado sine diem.
Raquel ha visto anulada su libertad y  vivido de acuerdo a los deseos de otros, a sus expectativas, a sus necesidades, hasta ver truncados sus propios sueños sin pena ni gloria, porque a nadie le importan; ni siquiera a ella misma.
Raquel, bajo la lluvia, anegada en cafés desde el alba, atiborrada de narcóticos, teme que Hamed, el esquivo Hamed, no regrese a casa.
Raquel oculta su dolor a las vecinas chismosas, entrega al Prozac y la nicotina sus ansias insomnes y posterga, cada día, al cubo de la basura sus ilusiones y hasta su dignidad; pero ahora, bajo la lluvia, solo tiene miedo: teme hasta la locura, hasta el desasosiego, que Hamed, el maldito Hamed, no vuelva a casa.


Raquel espera bajo la lluvia, o delante del televisor, tras la ventana. Mientras espera, bebe café negro para mantenerse despierta, devora calmantes que algún psiquiatra, una vez,  le recetó por depresión endógena, y se aniquila con reproches que, como una masoquista, dirije hacia sí misma, contemplándose en el espejo de la conmiseración, temiendo hasta el infinito que Hamed, el extraño, Hamed, el amante ocasional que había venido una noche a dormir y acabó por quedarse durante años, Hamed, aquel hombre que encendía su sangre con  risa cruel y lasciva, aquel desconocido -ahora lo sabe, es realmente un desconocido, cada día  más sombrío y ajeno-, no vuelva, no regrese jamás a casa.

Carmen Cabeza Martínez

9 comentarios:

  1. Raquel... hay tantas Raquel. Una sola Raquel que responde por los ojos y las manos de tantas mujeres juntas.

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  2. Todas somos Raquel. Todas deberíamos responder por Raquel. Y enseñar que la indiferencia no debe fingirse, sino sentirse. Y que el distanciamiento debe ser real y efectivo. Que nadie debe renunciar a sus sueños, ni vivir los deseos de otro(s). Y que si hay un "Hamed" que tememos que no regrese a casa, lo que debemos hacer es cerrar la puerta de esa casa y tirar la llave. Y recuperar las ilusiones y enterrar el miedo. Y si nuestro "Hamed" es realmente un desconocido... decirle adiós para siempre y abrir las puertas de nuestro futuro sin él.

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  3. Gracias, Índigo y Reca, por vuestros comentarios. Completamente de acuerdo: hay tantas Raquel que todas somos o hemos sido Raquel alguna vez. Hay que abrir las puertas del futuro, recuperar las ilusiones y enterrar el miedo.

    Y que la solidaridad entre mujeres crezca cada día...

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  4. Impresionante relato. Hamed no volverá a ella, seguramente nunca. Si lo hace será para usarla, para exprimirle algún beneficio, alguna renta. Pero seguramente regresará en todas las pesadillas que tenga. Muy bien contado, visceralmente narrado este anecdotario doloroso que es la vida de Raquel. Un cariño.

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  5. Muchas gracias por tu comentario, Amilcar. El espectro de Hamed quizá no desaparezca nunca, pero la lluvia liberará a Raquel como un bautismo de agua limpia.
    Un cariñoso saludo.

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  6. Buenas tardes Carmen, es la primera ves que te leo y me gusto ver el mundo a través de tus ojos...
    Por otro lado quisiera preguntarte si conoces al autor de la fotografía me gustaría contactarlo. De antemano agradezco tus atenciones

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    1. Elisa, muchas gracias por tu comentario. Las fotografías las saqué de internet pero ignoro el nombre del autor. Si buscas "fotos de lluvia" en internet explorer, seguramente las encontrarás marcando "images"; creo que fue allí donde las vi. Pero no ponía el nombre del fotógrafo.

      Un afectuoso saludo

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  7. Agradezco infinitamente tus atenciones, contesto hasta ahora por razones ajenas a mi... Recibe un fuerte abrazo...bonita!

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