martes, 20 de noviembre de 2018

Grease o la posmodernidad

  Grease o la postmodernidad

Desenfadada y ligera, Grease contiene una serie de referentes metaficcionales que conforman una especie de patchwork. Es un cóctel por la heterogeneidad de sus ingredientes (juego de géneros que confluyen en la película: musical, comedia, melodrama, cine de aventuras…), y es postmoderna porque la mayoría de las secuencias presuponen la complicidad del espectador, desde el guiño al cine épico (Ben-Hur en la carrera de aurigas versus coches tuneados por las bandas de T-Birds y  Scorpions en la carrera por el canal) hasta las referencias al melodrama de los años cincuenta, con alusiones directas a Sandra Dee  (actriz secundaria en melodramas de género como “Imitación a la vida” o “Retrato en negro”) o a Doris Day, la novia de América, de moral intachable, pudorosa y escrupulosamente peinada.



 En  la fiesta de pijamas de las Pink ladies, Rizzo, la chica “mala”, interpreta una canción (“Look at me, I’m Sandra Dee) donde se verbaliza esa comparación entre Sandy (Olivia Newton John) y Sandra Dee. También se hace referencia a Doris Day y Rock Hudson; al actor Troy Donahue, (cuya foto aparece en el tocador de Frenchy), un guaperas alto, rubio y bastante insulso que actuó en películas de principios de los 60 como “Verano de amor” y se convirtió en un ídolo para las adolescentes de la época. Sandra Dee representó papeles de muchachita ñoña, encarnando a un tipo de adolescente dócil y sumisa.



 En Grease las huellas cinematográficas son constantes, como el inicio de la carrera de coches en el canal, donde una rutilante Cha-Cha marca la salida con un pañuelo que se quita del cuello en un calco de la misma secuencia en “Rebelde sin causa”, con una adolescente Natalie Wood que hacía exactamente lo mismo. También se da una reiteración de elementos típicos del cine para adolescentes, como el baile del instituto, la chica buena (Sandy), las chicas malas (Rizzo, Cha-Cha…), el “musculitos” (un irreconocible Lorenzo Lamas  al comienzo de su carrera…)  Pero la cinta contiene muchos ecos, quizá menos perceptibles, como las escenas que recuerdan películas musicales de Elvis Presley, “Fiebre del sábado noche”, con un Travolta que se parodia a sí mismo en su papel de Tony Manero;  o  “West side story”, con  coreografías que recuerdan a la Rita Moreno  del famoso número  “America”.




 El resultado es un pastiche postmoderno excelente, que juega con la tradición cinematográfica, recicla materiales ya existentes y elabora una recreación de iconos para cinéfilos  y aficionados al cine que  ha resistido perfectamente el paso del tiempo. 

Carmen Cabeza

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