Hay sábanas refugio
que envuelven su tibia desnudez;
párpados de piel de satén,
pétalos blancos
que huelen a lino y azalea.
Su presencia es átomo nocturno,
hilo proteico,
matriz fecunda
que incuba fantasías de algodón.
Cama profunda, germinal,
tiempo que vuelve
transformado en su círculo mágico,
en el mero instante
de su existencia mórbida.
Lecho efímero,
pasión de intensos labios,
placer,
eterna seda,
vida, carne, muerte y sueño...
Carmen Cabeza
Sábanas con sabor a dulce, a vida o muerte. Sábanas blancas para germinar, soñar... Amaneceres o anocheceres en seda junto a él...
ResponderEliminarUn beso, precioso, somo todo, Carmen.
La cama es como un útero cálido, donde pasamos años soñando, disfrutando o imaginando la vida, (la otra, la real). Suavidad de sábanas, seda y misterio, sobre todo cuando pienso que la muerte me puede visitar en la cama... Sea como sea, la cama es genial... Gracias por tu comentario, Esme, y un beso fuerte.
ResponderEliminarCarmen, es precioso. Tengo que descubrirte, mira tú...
ResponderEliminarMe encanta como duermes mientras tejes tu capullo de seda con ese hilo lento que se desenreda...
ResponderEliminarMuchas gracias, Masgüi, por lo del "descubrimiento"... Y gracias, María, por regalarme esa imagen; es cierto que cuando dormimos parece que nos envuelve un capullo de seda... ¡y qué bien se está dentro!
ResponderEliminar